Todos dicen I love you



Everyone Says I Love You

Con esta película, Woody Allen ha cumplido su sueño de rodar un musical a la vieja usanza sin renunciar al tono de comedia paródica de sus últimas películas. La trama es más bien ligera y en la línea habitual del cineasta neoyorquino. A través del punto de vista de una de las hijas de un adinerado matrimonio de Manhattan, Woody Allen disecciona los desconciertos amorosos de cada uno de los miembros de la amplia familia, legal y biológica. Para él mismo se reserva el papel del típico ex marido resignado que vaga por el mundo —París, Venecia...— intentando encontrarse a sí mismo. Las numerosas historias que conforman la trama están siempre marcadas por la fugacidad del amor, recalcada por el estribillo del tema central de la banda sonora: "Adiós, amor, ya no me engañarás más".

El guión es muy sólido y ofrece multitud de diálogos redondos y situaciones sugerentes, que arrancan la carcajada del espectador con constante precisión. No es que Woody Allen diga nada nuevo; su crítica inteligente y mordaz a la sociedad actual y, por extensión, al género humano, es la de siempre, pero está muy bien desarrollada sobre el papel y espléndidamente encarnada por un elenco de actores difícilmente superable. Este esfuerzo narrativo e interpretativo, unido a la preciosa fotografía de Carlo DiPalma y a la perfecta dirección artística de Santo Loquasto, hace que sigan teniendo vitalidad los elementos habituales del cine de Woody Allen —el homenaje a Nueva York y a los clásicos del cine, la visión caricaturesca de las relaciones humanas, el recurso al psicoanálisis, la crítica al Partido Republicano, la reflexión sobre la muerte, Dios y el más allá...— y que salve con éxito situaciones nuevas, como el romance imposible entre Allen y Julia Roberts, o la irrupción en la familia protagonista del prototípico criminal a lo Tarantino, encarnado —cómo no— por Tim Roth.

En todo este cóctel, los números musicales —coreografiados con sencillez pero con mucha intencionalidad— irrumpen como un fuerte contrapunto cómico, que remarca los puntos de giro de la historia desde todos las perspectivas posibles. Hay números al estilo del viejo slaptick disparatado —como el homenaje a Groucho Marx—, en plan demostración gimnástica a lo Gene Kelly —como el desmadre en el hospital— o decididamente románticos —como el baile entre Woody Allen y Goldie Hawn a orillas del Sena—. El efecto cómico se subraya también por los propios intérpretes de las canciones y bailes, pues todos los actores tienen su momento de gloria musical, hasta Julia Roberts y el propio Woody Allen.

Todo esto compondría una obra maestra de la comedia musical si Woody Allen no se dejara llevar por su proverbial cinismo. Pero lo hace y además de un modo más patente que en otras de sus películas. Como siempre, no hay un sólo personaje moralmente presentable, y, también como siempre, Allen se muestra tramposamente comprensivo con esas debilidades. Esta actitud de "aquí no pasa nada; son las cosas de la vida" se agrava esta vez porque una de las reflexiones centrales de la película se dedica al sentido de la culpa. Woody Allen presenta a casi todos los personajes con remordimientos por su vida pasada o actual; pero en vez de afrontarlos con valentía y profundidad, adopta la cómoda postura escapista del Carpe diem!, en su acepción más hedonista de "¡Disfruta de la vida y pásalo bien, que el tiempo vuela y luego te arrepentirás¡". En fin, que, según Woody Allen, el cambio a mejor es imposible, lo mismo que el amor auténtico, y basta con conformarse con el placer material del sexo sin compromiso o del empequeñecedor egoísmo de los mediocres.

Esta opción moral —o mejor, amoral— resulta a menudo cargante —pues conlleva la ridiculización de la virtud—, y, además, debilita la capacidad de atracción de los personajes y provoca un contraste excesivo con el tono aparentemente romántico de la historia y, sobre todo, de algunos números musicales. Esto, unido a una cierta dispersión narrativa, hace que Todos dicen I Love You no alcance la calidad de las mejores obras de Woody Allen. J.J.M.

Director: Woody Allen. Intérpretes: Woody Allen (Joe), Goldie Hawn (Steffi), Edward Norton (Holden), Drew Barrymore (Skylar), Alan Alda (Bob), Lukas Haas (Scott), Natalie Portman (Laura), Julia Roberts (Von), Tim Roth (Charles Ferry), Natasha Lyonne (DJ), Gaby Hoffman (Lane), Trude Klein (Frieda), Billy Crudup (Ken). País: Estados Unidos. Año: 1996. Producción: Robert Greenhut, para Jean Doumanian. Presentada por: Miramax International y Sweetland Films. Guión: Woody Allen. Música: Dick Hyman. B.S.O.: RCA Victor. Fotografía: Carlo DiPalma. Dirección artística: Santo Loquasto. Montaje: Susan E. Morse. Estreno en Madrid: 28-II-97. Distribuidora cine: Lauren. Distribuidora vídeo: Lauren. Duración: 101 minutos. Género: Comedia musical. Premios principales: Premio 1996 al mejor actor de reparto (Edward Norton) de la National Board of Review of Motion Picture. Nominación al Premio a la mejor película no europea en los Premios del Cine Europeo 1997. Público apropiado: Jóvenes-adultos. Contenidos específicos: S D.