Los espigadores y la espigadora: dos años después


Les glaneurs et la glaneuse: deux ans après
Nacida en Bélgica en 1928, de padre griego y madre francesa, Agnès Varda debutó como directora en 1954, y desde entonces ha realizado una docena de películas de ficción que le han ganado el apodo de «la mamá de la Nouvelle Vague». Entre ellas destacan la popular Cléo de 5 a 7, Felicidad Oso de Plata en el Festival de Berlín de 1964, Sin techo ni ley León de Oro en el Festival de Venecia de 1985 y Las ciento una noches, que rodó en 1994.

Crítica al despilfarro
Ya desde los años 60 del siglo XX, Varda compaginó esta faceta creativa con la realización de originales documentales sobre los temas más diversos, destacando entre ellos los que rodó entre 1993 y 1995 sobre su marido, el famoso cineasta francés Jacques Demy, que había fallecido poco antes. La culminación de esta línea de trabajo la alcanzó en el año 2000 con Los espigadores y la espigadora, inteligente vara-palo a los despilfarros de la sociedad consu-mista «una sociedad que come hasta la sacie-dad», según Varda a través de la exaltación de esa gente que espiga, recolecta y recicla lo que otros tiran como desperdicios. Entre los muchos galardones que recibió, la película ganó el Premio Arte al mejor documental europeo 2000. Ahora, la casi octogenaria cineasta completa esas reflexiones en Dos años después, breve docu-mental elaborado a partir de los premios, las cartas y los regalos que recibió con motivo de su anterior película.
Narrativamente, poco aporta este filme a su predecesor, pues repite su misma estructura impresionista un «documental de camino errante», lo denomina Varda, articulada a partir de encuentros hilvanados sin demasiado orden. Como pasaba en Los espigadores y la espigadora, no todos los encuentros tienen igual interés, y algunos aportan muy poco al discurso de Varda. Quizá los más interesantes son los reencuentros de la directora con algunos de los protagonistas de su anterior filme, que completan sus aportaciones como es el caso de la vagabunda borracha e incluso las matizan, como hace el singular profesor que vive de las sobras de los mercados y que corre con muy buena marca, por cierto, el maratón de París (con unas zapatillas rescatadas de la basura, claro).
Por lo demás, con su inquieta cámara de mini DV, Agnès Varda nos presenta a nuevos recolectores de desperdicios con una humanidad tan inmensa como la de sus predecesores, completa con valentía el autorretrato de su propia vejez, sigue la pista de las patatas con forma de corazón, y hasta descubre una zanahoria del mismo género cordial. Todo ello, envuelto por una ecléctica banda sonora, con ritmos de todo género, incluido esta vez un curioso rap de los espigadores.

Cine-escritura
Por otra parte, a la vez que desarrolla esos elementos narrativos más o menos convencionales, la directora francesa expone una sugerente reflexión sobre el cine como espejo de la realidad e incluso como detonante de cambios sociales. «Realizo mi propio trabajo tratando de hacerlo creíble, emocionante ha señalado Varda. Trato de ser audaz, instando al público a ser inteligente. Y confieso que ellos se comportan conmigo como un público inteligente. Me plantean hermosas preguntas, hablan conmigo después de las proyecciones, me cuentan cosas personales, quieren estar implicados. Me dicen que están emocionados; es un sentimiento maravilloso. No tiene nada que ver con la taquilla».
En realidad, este documental y su antecesor han mostrado la eficacia de la fórmula que emplea Agnès Varda, que ella denomina «cine-escritura» y que tiene un poco de inspiración y un mucho de inteligencia. «Soy una mujer trabajando con su intuición y tratando de ser inteligente ha manifestado la veterana cineasta. Guiada por una corriente de sensaciones, intuiciones y la alegría de descubrir nuevas cosas, encuentro belleza donde aparentemente no la hay. Viendo. Y, por otro lado, trato de ser organizada, lógica y hábil. No basta con el puro guión, entendido como la narración de las palabras. Se trata de escoger el tema, el lugar, la estación, el equipo, los encuadres, las luces, los objetivos. Escoger una actitud hacia la gente, hacia los actores. Luego el montaje, la música, el material publicitario, el press book, el cartel... Es una manera de hacer cine». Esperemos que Varda pueda seguir practicándola durante muchos años. J.J.M.

Director: Agnès Varda.
País: Francia.
Año: 2002.
Producción: Agnès Varda, para CNDP y Canal+.
Guión: Agnès Varda.
Música: Joanna Bruzdowicz, Isabelle Olivier, Georges Delerue, François Werheimer.
Fotografía: Stèphane Kraus y Agnès Varda.
Dirección artística: Isabelle Bony.
Montaje: Agnès Varda.
Estreno en Madrid: 12-III-04.
Distribuidora en cine: Sherlock Films. 
Distribuidora en vídeo y DVD: Sherlock.
Duración: 63 minutos.
Género: Documental.
Público adecuado: Todos.
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