Invictus


Invictus


San Nelson Mandela
Director: Clint Eastwood Genero: Historica
Actores: Morgan Freeman, Matt Damon, Tony Kgoroge, Patrick Mofokeng
Nacionalidad: EE. UU. Año Prod.: 2009 Duración: 133 min.


M andela es uno de los nombres fundamentales del siglo XX: tiene la altura de los más grandes de la convulsa centuria pasada, como Kennedy, Juan Pablo II, Gandhi, Martin Luther King, Lenin, Mao o Churchill, y pocos más. Fueron determinantes en la Historia del Mundo de ese periodo, y dentro de cien años seguirán siendo recordados. Pero una cosa es la realidad histórica, y otra hacer una hagiografía, una vida de santo, que es lo que resulta ser esta “Invictus”, en la que Morgan Freeman ha conseguido, al fin, interpretar al que fuera presidente de la República Surafricana y líder de la reconciliación nacional y racial, en su país y en el mundo, un símbolo de pacífica tolerancia que consiguió el pequeño (o gran) milagro de que las dos comunidades de su país consiguieran entenderse y convivir al sur de África, sin caer en los extremismos ni radicalismos que han arruinado a otros países similares (cfr. la antigua Rhodesia, ahora Zimbabue, convertida en un cortijo donde Mugabe gobierna de forma despótica y atrabiliaria, no sólo contra los blancos, sino incluso contra sus colegas de raza).
Pero de ahí a retratar a Mandela como si fuera la Madre Teresa de Calcuta sin hábito, hay un abismo. Esta vez Eastwood no ha podido hacer su película, sino que se ha plegado a lo que le ha pedido su amigo Freeman, tan deseoso de interpretar al mito viviente que no ha reparado en que la mejor forma de homenajear a un grande es hacerlo humano, no casi divino, como ocurre en esta “Invictus” que recrea un hecho real, el Mundial de Rugby que ganó la selección surafricana, compuesta en su casi totalidad por blancos, habiendo concebido Mandela la idea de que ganar tan gran premio supondría, como así fue, un motivo de unión para blancos y negros, alrededor de su selección, por más que hasta poco antes hubiera sido ésta un símbolo del odioso “apartheid” que emponzoñó la vida de la nación desde su instauración como tal a principios de los años sesenta.
Así las cosas, queda una apañada historia con algunos momentos interesantes, como el aparente atentado que se queda en una gamberrada de tamaño Boeing; tampoco nos creemos demasiado a un Matt Damon teñido de rubio como el bragado capitán que condujo a la selección surafricana al título mundial; y eso que se nota que el protagonista de “El indomable Will Hunting” se ha trabajado los músculos para tener cierto volumen y no parecer el alfeñique que en realidad es. A Freeman se le ve feliz habiendo conseguido interpretar el papel de su vida (bueno, sí, también hizo de Dios en “Como Dios”, y de –ficticio-- presidente de los Estados Unidos en “Deep Impact”, pero hablamos de otra cosa…). Lástima que ese empeño no le haya dejado ver que el cine de su amigo Eastwood va por otro camino, que él hace cine-cine, no cine-hagiografías, y que cuando se ve obligado a ello (seguramente por amistad, no por otros motivos), su nivel baja considerablemente.